Por: Adolfo Sánchez
Hace poco más de un mes, el segundo volumen del proyecto conocido como El Club de las Canciones llegó con fuerza al Ludus Café en la ciudad de Tepic, cuna del proyecto. El viernes 22 de marzo, el lugar se transformó en el escenario de la segunda edición de este club.
Permítanme contarles, estimados lectores, que esta iniciativa, comenzada por el cantautor nayarita Castillo III el 23 de febrero de este año, reúne a personas que escriben canciones por el placer propio o tal vez como una válvula de escape hacia realidades efímeras, como suele ser la música.
El público elige al azar un papelito de una tómbola con el nombre de uno de los participantes, un sticker promocional, un pay de guayaba o un “palomazo”, manteniendo a todos los asistentes en suspenso constante.
La luna llena brillaba en lo alto con un esplendor casi poético, iluminando suavemente el lugar junto con una serie de luces dispuestas para enmarcar la inspiración tanto de los principiantes como de los más experimentados en la creación de canciones. Parecía que la luna se asomaba curiosa para descubrir su nueva canción favorita, mientras un poco de frío, una bocina, una guitarra y un micrófono dispuestos en un rincón formaban un escenario de dimensiones modestas.
Nuevos Públicos
En esta edición, la asistencia superó con creces a la anterior, demostrando el interés del público tepicense por escuchar nuevas propuestas. Lo confirmaron los 50 asistentes que abarrotaron el patio trasero del lugar.
Mientras tanto, el cantautor Daniel Reos, encargado de conducir el evento, animaba al público a determinar al azar al o la participante destinado/a a abrir el espectáculo con tres canciones de su autoría.
La suerte fue echada, y Rulo de Mar, cantautor radicado en Puerto Vallarta, compartió con gran carisma y simpatía sus composiciones, las cuales abordaban una temática gay, revelando cómo se enamora de la sensualidad y la esencia del objeto de su deseo.
El siguiente en el turno fue el novel Criss Sat3lite, un músico multifacético que presentó tres composiciones con gran carga metafórica en sus letras, dejando entrever su bagaje como estudiante de biología y sus universos subatómicos.
La siguiente cantautora resultó ser una grata sorpresa, ya que el club demostró estar abierto a recibir a compositoras no solo de la ciudad, sino también de otros municipios. Andra Covo, desde Bucerías, Nayarit, compartió también sus composiciones con una voz melodiosa y una presencia encantadora, siendo un hallazgo que en otros municipios de la entidad existan talentosas cantautoras.
La siguiente en ser sorteada fue, desde mi perspectiva, la participación más emotiva y simbólica. Fue el turno de Topacio Flosan, quien, acompañada de su ukulele, elevó su voz en canciones sin nombre para compartir desgarradoras vivencias experimentadas por mujeres cercanas a ella. La canción, a lo largo de la historia, ha sido una herramienta de denuncia y visibilización desde tiempos inmemoriales.
Después de esta participación y de que algunos asistentes fueran premiados con un sticker conmemorativo, fue el turno de una canción ya conocida. Héctor Rodríguez, con su increíble voz, nos mostró el significado de ser un cantautor y nos habló sobre cómo una canción que nace en poco tiempo puede convertirse en una gran pieza.
Casi para cerrar, llegó Ale Sandoval con un ukulele prestado, pero con la convicción manifestada en la edición anterior del “Club”, al ver la cantidad de inspiración expuesta en el evento. Se prometió a sí misma que, en la siguiente edición, los retazos de texto que poseía se convertirían en canciones. Con la ayuda de Castillo III, logró compartir tres composiciones sobre sus propias vivencias que encontraron eco en la audiencia.
“Quiero que grabes un disco con estas rolas”, exclamó una de las asistentes, logrando así su objetivo y ganándose el reconocimiento del público.
Para cerrar el line-up oficial, contamos con la participación de Ally Macías, una joven cantautora y aspirante a actriz que, entre sus canciones de voz dulce, nos dejó entrever las veces que le han roto el corazón y cómo ha sido resiliente.
Palomazo
El palomazo es una práctica musical tan antigua como el nombre de las notas musicales, donde hay participaciones artísticas no esperadas que pueden ser ejecutadas desde lo individual hasta lo colectivo.
Es una forma de comunicación universal entre los músicos, sin ensayo, guión ni premeditación. Es aventurarse al vacío, es reconocer la voz de la música a través de los ejecutantes. Nuevamente, en esta ocasión, el palomazo, una vez concluida la participación del resto de los músicos, estuvo a cargo de Rulo de Mar, quien fue elegido por aclamación popular debido a la conexión que formó en ese momento con todos los asistentes.
En general, se debe decir que en esta edición la mayoría de las canciones expuestas resultaron ser en gran medida autobiográficas, como un medio para expresar a través de la canción un bálsamo que unge las almas de los expositores con un abrazo musical.
No me queda más que invitarlos a seguir la huella creativa de estos talentos en sus redes sociales e invitarlos a estar pendientes del volumen 3 de este noble proyecto.
Instagram:
El Club de las Canciones: @cancionesclub
Daniel Reos: @danielreosoficial
Rulo de Mar: @rulodemar
Criss Sat3lite: @criss_tbn
Andra Covo: @andracovomusic
Topacio Flosan: @topacio_flosan
Héctor Rodríguez: @oyehector_creativo
Ale Sandoval: @alesandh
Ally Macías: @allymaciaaas