Por Adolfo Sánchez
Cuando comenzaba a tocar la guitarra, el maestro Luis Lucachín alentó a sus alumnos avanzados a explorar la mandolina, un cordófono diminuto con forma de gota de agua y cuatro juegos de cuerdas dobles, afinado agudamente, similar al violín. En Tepic, resulta raro encontrar intérpretes de este instrumento, y desde entonces no he conocido a alguien que lo ejecute. Debido a su alta tensión, al colocar las cuerdas, se corría el riesgo de que alguna de ellas se rompiera súbitamente, infligiendo un dolor como un latigazo invisible, percibiendo solo el dolor sin identificar al ejecutor. Así inicia mi historia consciente con la cuerda, un objeto de alta vibración.
A petición de la editorial, me dispongo a escribir sobre la cuerda y su significado en la vida de un músico. La solicitud es curiosa, ya que el término tiene diferentes acepciones y significados para los amantes de la música. Desde la propuesta de la RAE, la metáfora parece implícita en su descripción; un conjunto de hilos entrelazados que forman un cuerpo largo y flexible para atar o suspender pesos. Esto podría ser una descripción poética de la música misma, que a través de sus enlaces tonales forma cuerpos sonoros capaces de cautivar al espectador. La cuerda es también un objeto que, por efectos de la tercera ley de Newton, oscila sobre su eje para transmitir vibraciones, generando sonidos graves o agudos según su longitud y vibraciones. Además, el sonido se transmite a través del aire, siendo posible gracias a la existencia de una atmósfera. La metáfora sobre la música solo puede existir en nuestro planeta, ya que una cuerda podría sonar diferente en otro cuerpo celeste.
Como unidad de medida, la cuerda representa una nota musical, la unidad más ínfima de la música. Cuando tres o más cuerdas suenan juntas, forman un acorde, una agrupación capaz de transmitir emociones abstractas o concretas. Se estima que existen alrededor de 8500 combinaciones de notas o “cuerdas”.
En el ámbito musical, el término “cuerda” se utiliza ampliamente, incluso entre los instrumentos de viento y metal. Mientras uno toca la melodía principal, otro “la segundea” y otro “la tercerea”, generando armonías. En este contexto, las orquestas y sus secciones de cuerdas frotadas por crines equinas (violín, viola, violonchelo, contrabajo) son ejemplos destacados.
En la era digital, el sitio web LaCuerda.net es un refugio musical que alberga letras y acordes de millones de canciones populares, ofreciendo recursos como cambiar la tonalidad. La relación entre la cuerda y el músico es agridulce, recordando momentos como el guitarrista Jesús Navarrete llevando dos guitarras a una función por precaución ante la posible rotura de una cuerda.
Desde los tiempos de Pitágoras, la repercusión de experimentar con un monocordio fue insospechada, y a lo largo de la historia, la cuerda ha adquirido diversos significados. Para mí, desde mi origen musical, fueron seis cuerdas las que vibraron con mi alma y espíritu, convirtiendo la guitarra en una extensión de mi cuerpo y conduciéndome gradualmente a ser un entrelazado de carne, madera y cuerdas.