Judith Chávez
Cuando surge el deseo de comprar solo porque estamos aburridos, hambrientos, un poco tristes o de plano desquehacerados, pero no tenemos dinero en efectivo ¿qué hacemos? acariciamos la tarjeta de crédito ¿no? Sin embargo, no somos conscientes que estamos sacrificando nuestro ingreso futuro para pagar ese “algo” que nos hará sentir bien por un instante y que puede esperar hasta contar con el dinero para pagarlo.
Si esto te sucede frecuentemente, haz un alto, ponte en modo reflexivo y responde: ¿vale la pena endeudarse?
¡Con un ojo al gato y otro al garabato!
Es importante conocer cuánto es la cantidad de dinero que debemos, ya sea al banco, tiendas departamentales, la caja de ahorro, la tanda, la señora de los catálogos, etc. Tus deudas, ¡todas! no deben exceder del 30% de tu ingreso mensual (sea poco o mucho). Lo ideal es que utilices el crédito en deudas positivas, es decir, para adquirir cosas que te ayuden a generar más dinero o hacer crecer tu patrimonio. Toma en cuenta que las deudas “malas” o “negativas”, solo te desgastan y casi siempre son para tener más ropa, más zapatos, comer fuera de casa, la cerveza con los amigos, el café con las chicas y un largo etcétera, solo para satisfacer gustos que seguirás pagando mucho tiempo después de haberlos consumido.
Cuando te cruce la idea comprar a crédito, tomate tu tiempo y replantea respondiendo las siguientes preguntas:
¿Es absolutamente necesario en este momento?
¿Cuál es el sentimiento o la emoción que me hace pensar en comprar?
¿Puede esperar hasta pagarlo en efectivo?
¿Cuánto pagaré el próximo mes, si sumo una compra más a la tarjeta?
¿Puedo presupuestarlo en el siguiente mes?
No es que este mal comprar para pagar en abonos, de hecho, los créditos correctamente aplicados, tienen el propósito de ser una fuente de financiamiento para alcanzar metas o, cumplir con algún propósito mayor a lo cotidiano, sin embargo, el crédito mal manejado puede generarnos sentimiento de culpa, de enojo, de preocupación, desesperación, ansiedad, conflictos familiares e incluso, llevarnos a la depresión. Así que debemos tomarlas con respeto y un alto grado de responsabilidad.
Te recomiendo que hagas saques bien tus cuentas, apóyate en la herramienta del presupuesto, no con tus tarjetas de crédito. ¡Ese es el chiste!.