Omar Sánchez Medina
El pasado 27 de diciembre el Sindicato de Personal Académico de la Universidad Autónoma de Nayarit (SPAUAN) suscribió un convenio mediante el cual renuncia, por segunda ocasión desde la llegada a la Secretaría General del maestro Francisco Haro, a diversas prestaciones contractuales con la promesa, también por segunda vez, de generar condiciones de estabilidad financiera y percibir los adeudos salariales, sin que, a la fecha, se haya cumplido ninguno de los supuestos beneficios. Mediante el argumento de que “sin firma” no había prácticamente ninguna posibilidad de pago, y a través de votaciones fast track (en algunas delegaciones dos horas para analizar, discutir, argumentar, conciliar y votar) y reiteradas quejas de distintos profesores por el manejo pernicioso de la información, la Secretaría General de este sindicato logró que una aplastante mayoría suscribiera dicho convenio que, por decir lo menos, es bastante claro en las deducciones salariales pero francamente oscuro en las rutas de ejecución y en las responsabilidades de su cumplimiento. Es decir ¿Sobre quién recae la responsabilidad de que efectivamente se logren los compromisos? ¿Cuál es la ruta estratégica que se está planteando para cumplir?
Quiero centrar esta primera reflexión sobre la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN) en torno a uno de los puntos del convenio suscrito que a la letra dice:
Incrementar la matrícula, de manera tal que a más tardar en 2023 ascienda a 27 estudiantes (media nacional) por profesor equivalente de tiempo completo. Para lo anterior, deberá cumplir con un plan de incremento de matrícula, así como un programa de optimización de infraestructura que considere modelos mixtos (presenciales y no presenciales) para atender a los alumnos, que esté debidamente autorizado por su máximo órgano colegiado de gobierno.
Según el portal Planeación SEP el total de estudiantes del Nivel Medio Superior (NMS) en Nayarit es de 52,014, con una eficiencia terminal del 71.3%, es decir, si la tendencia sigue igual, de ese total egresarán 37,085 jóvenes.
En la información del portal de Transparencia SEP la UAN cuenta con 891 profesores de tiempo completo y 16,925 estudiantes de nivel superior. Lo que implica que para el cumplimiento del compromiso asumido la Universidad tendría que incrementar en un año 7,132 inscripciones de estudiantes para lograr la meta 27 a 1 que arroja un total neto de 24,057 estudiantes inscritos en el nivel superior [Escenario 1].
Hasta aquí, el Escenario 1, parece un convenio más o menos sensato, apegado a nuestra realidad estatal e institucional. Complicado, si tomamos en cuenta que la Unidad académica más grande de la UAN (pionera en la universidad desde 1969), que alberga a cuatro programas académicos o licenciaturas, en el 2017 (último dato publicado en su página), tuvo inscritos a 2,842 estudiantes, lo que nos da una idea del tamaño de la tarea de captar e inscribir a 7,132 estudiantes adicionales en un año (20% del total de egresados del NMS del Estado), pero con acciones contundentes, cumplible. Sin embargo, es de todos sabido que una parte importante de la crisis universitaria se debe a la discrepancia de los datos oficiales, las plazas que reconoce la SEP, y las plazas y contrataciones reales con que opera la Universidad, por lo que el presupuesto de egresos, aprobado por el Consejo General Universitario y publicado el 21 de diciembre de 2021 en la Gaceta Universitaria, brinda mas claridad a este respecto y, sobre todo, porque el convenio dice a la letra “profesor equivalente de tiempo completo”, y no, “profesor de tiempo completo reconocido por nosotros [la SEP]”, lo que se interpreta como que, por ejemplo, si la universidad tiene a 10 profesores contratados por 4 horas, la SEP los toma como equivalentes a un tiempo completo [Escenario 2].
Siguiendo en el Escenario 2 y sumando y multiplicando los datos publicados en dicha Gaceta Universitaria (excluyendo por completo al nivel medio superior de la UAN y los contratos especificados como Apoyo a la docencia, Educación física y Otro puesto, porque no se especifica si son de nivel medio o superior, pero suman un total de 923 horas), encontramos que el presupuesto aprobado suma 1,606 Profesores de Tiempo Completo (PTC´s), 25 Medios Tiempos (MT), que para lo que nos ocupa equivalen a 12.5 PTC´s y, 853 profesores contratados con diversas Horas/Semana/Mes (HSM) con un total de 25,724 HSM que dividido entre 40 (la equivalencia planteada por la SEP), arroja un total de 643 PTC´s equivalentes. El total de PTC’s considerando las equivalencias es de 2,261.
Si es correcta la interpretación de la cláusula, y por tanto el Escenario 2, entonces, el compromiso asumido por la institución es tener inscritos para 2023, únicamente en el nivel superior, a 61,047 estudiantes, es decir, que en un año se tendría que atraer a 44,122 nuevas inscripciones, lo que implica que prácticamente se tienen que cuadriplicar las inscripciones con estudiantes de otros estados, porque ni siquiera en la posibilidad irreal de que se atendiera al 100% de los egresados del estado se logra la meta (como dato, las universidades más grandes y prestigiosas del país atienden a los egresados de su estado en un porcentaje que oscila entre el 40 y el 50%).
Cobertura educativa en nayarit
Al igual que todo el país, Nayarit ha tenido un crecimiento mayúsculo en sus opciones eductivas tanto privadas (tan sólo una búsqueda en Google arroja por lo menos 17 nombres de universidades privadas instaladas en el Estado, algunas con varios campus), como públicas (entre las que podemos mencionar a las cinco Universidades Tecnológicas, el Tecnológico de Tepic, la Universidad Politécnica y, por supuesto, la UAN). Siguiendo con el portal Planeación SEP, en el ciclo 2020-2021 en Nayarit hubo 33,686 estudiantes de nivel superior distribuídos en las diferentes opciones educativas y de los cuales 32,665 estudiaban una licenciatura y, el resto, 1,919, la normal. 3,428 (poco más del 10%) en escuelas privadas y 30,258 jóvenes estuvieron inscritos en instituciones de educación pública.
Con estos datos, el Escenario 1 suena complicado, pero para el 2, el número de egresados del nivel medio del todo el Estado no será suficiente para lograr la meta de 27 a 1, a menos que la UAN lograra captar a todos los estudiantes inscritos en todas instituciones estatales y que se convierta en una suerte de joya educativa regional sumamente atractiva para interesar a estudiantes de estados con universidades públicas tan prestigiosas como la Universidad de Guadalajara, la Universidad de Aguascalientes, la Universidad de Guanajuato, la Universidad Michoacana San Nicolás Hidalgo o la Universidad de Colima, por mencionar a las mayores instituciones públicas vecinas pertenencientes a la misma región de la ANUIES, situación que en un plazo de cumplimiento tan inmediato, un año, suena francamente imposible por las condiciones históricas de la UAN, su infraestructura y equipamiento, la pandemia, el año de elección de rector, el encono político en que se encuentra la institución, la infraestructura estatal (habitaciones en renta y servicios) y, porque, además, la promoción de la educación virtual es una vía de doble sentido y parece más probable que un estudiante nayarita elija una universidad estable, donde también va a tomar clases en línea, a una que año tras año, desde hace 7, está en paros, huelgas y chismes.
La pandemia
Un factor que no se puede obviar y que ha impactado a la sociedad entera es, por supuesto, la pandemia. A pesar de que las cifras oficiales de la SEP, que son con las que se hace el análisis numérico de este escrito, son bastante optimistas en cuanto a que la cobertura se ha ido incrementando a pesar de la pandemia, según datos de la Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 que realizó el INEGI y cuyo objetivo fue medir el impacto de la pandemia por la COVID-19, se reveló que 2.3 millones de personas, entre 3 y 29 años, no están dados de alta en el ciclo escolar en curso por motivos asociados directamente a la pandemia por COVID-19 y, 2.9 millones de personas, por falta de dinero o recursos, situación que, para quienes estamos en aula, se hace evidente con una sentida reducción en el número de estudiantes que entran a clases, virtuales o presenciales, lo que por supuesto complica, aún más, lograr la meta.
Volver atractiva a la UAN
La UAN se erige, incuestionablemente, como la opción educativa más grande, con más trayectoria y con mayor impacto en el desarrollo estatal. Pareciera que en el imaginario colectivo la UAN sigue con un prestigio irrefutable como institución, sin embargo, también hay un duro cuestionamiento, que ronda en el enojo y hartazgo social, por una serie de lamentables situaciones no vinculadas a la institución propiamente sino a sus manejos internos o a cuestiones legales que a lo largo de los años siguen sin resolverse como la quema del edificio que resguardaba comprobantes fiscales, un ex rector prófugo o un líder sindical encarcelado; así como los escándalos de aviadores que ni siquiera sabían que estaban dados de alta en la nómina universitaria, dobles plazas y las tan cuestionadas prácticas de financiamiento gremial.
Por otro lado, también se debe robustecer la planta académica con perfiles adecuados para posibilitar una oferta educativa innovadora a nivel nacional e internacional, renovar la infraestrucura académica y contratar a profesores altamente calificados para desarrollar esa nueva oferta (situación que merecerá análisis aparte porque, al parecer, en estos años la UAN rebasó los límites de contratación de personal con criterios de selección poco claros para la comunidad universitaria y la sociedad, lo que complica la creación de programas educativos realmente de vanguardia y nos limita a, en el mejor de los casos, expandir los límites intra e interdisciplinares del personal ya contratado y, si estas contrataciones fueron endogámicas, es decir, de egresados de la propia institución, las posibilidades de crear una oferta educativa renovada, diversa y seria se reducen sustancialmente y se hipoteca, durante quién sabe cuántos años, la oferta educativa más importante del estado).
Visto así, y de verdad espero estar equivocado, el compromiso asumido mediante la firma del convenio ya no suena tan conseguible en un año, ni siquiera en el mediano plazo, sobre todo porque la dinámica de la UAN es fingir que no pasa nada, hasta que pasa. Y hasta ahora no puedo identificar una sola acción que indique que estamos trabajando para el cumplimiento. Entonces las preguntas que surgen y que deben responder los promotores del convenio son ¿Si no cumplimos, a quién va a llamar a cuentas la SEP? ¿Al suscribir el convenio, los docentes nos constituímos en resposables de las metas? ¿El SPAUAN hizo un análisis real antes de promover su firma? ¿En 2023 nuevamente se pondrán en la mesa las pocas prestaciones que nos quedan a pesar de que, hasta antes de la firma del convenio, estábamos en el penúltimo lugar en salarios, y con el convenio muy probablemente seamos los últimos? ¿Acaso la equiparación de la cobertura no debería acompañarse de la equiparación salarial? Y, mucho más allá de las condiciones salariales de los docentes ¿Qué implica para nuestra universidad, el patrimonio socioeducativo más importante de este Estado, el incumplimiento? Y, ¿Cuál es la intención real, y a quién beneficia (qué negociaron y con quién), firmar un convenio a todas luces incumplible?
Los temas que hay que abordar al interior de la UAN parecen inagotables, desde los marcos referenciales como este convenio o la ley orgánica, hasta la necesaria discusión de las prácticas cotidianas y los grupos de poder que han ido tomando las decisiones que, en última instancia, son las que nos tienen en esta situación. La UAN necesita que los académicos vigoricen sus análisis y sus posturas, la queja cotidiana no surte efecto, hay que escribir, discutir y recuperar nuestro sindicato. Porque, tratando de responde la pregunta que intitula este documento, parece que la UAN se comprometió a empeorar las cosas.
En fin, esperemos que los señores que con tanto ahínco promovieron la firma del convenio respondan, nos aclaren las dudas y nos digan cuál es la ruta estratégica para cumplir, porque incluso en el improbable caso del Escenario 1 y que tengamos que captar 7,132 inscripciones, y no las 44,122 del Escenario 2, tampoco se está haciendo nada. Yo solo dejo mis reflexiones y mis ocurrencias para tratar de salir del atoyadero en el que estamos, y quizás, si sumamos las reflexiones y ocurrencias de todos, salgamos.