Judith Chávez.
Existen dos creencias sobre la forma en que vemos el dinero: 1) que lo hacemos bien 2) que no podemos aprender a hacerlo mejor. En mi opinión, el proceso de cambio de nuestra situación económica nos demanda estar dispuestos a modificar nuestro modelo de pensamiento. Para muchos, el primer obstáculo a vencer es dejar de lado las limitaciones, alimentadas por las viejas ideas que se tienen sobre el dinero, la forma en que se obtiene (convencido de que solo existe la que conoces) y, sobre todo, las decisiones de compra y de consumo.
En realidad, el principal impedimento para cambiar nuestra situación financiera, es querer estar bien económicamente y mantener los malos hábitos de consumo y de gasto ¡Queremos ambas cosas! Le siguen, las creencias que nos sabotean, nos limitan, nublan la visión de otras posibilidades y, además, nulifican la credibilidad en nosotros mismos; nos inducen a preferir quedarnos en lo conocido, en lo cómodo, cuando lo que se requiere es el movimiento, salir a explorar otras posibilidades. Nuestra mente quiere, a toda costa, evitar realizar un mayor esfuerzo y enfrentarse a la forzosa necesidad de aprender algo nuevo.
Escribir esto me recuerda el cuento de la mosca que leí en algún lado: “La mosca estaba dentro del coche, luchando por salir. A pesar de que una de las ventanas laterales estaba abierta, la mosca insistía en escapar por el vidrio que tenía en frente, chocando una y otra vez, tenía oportunidad, pero no encontraba el camino.”
El cuento de la mosca, puede ser aplicado a las personas que realizan esfuerzos para estar mejor financieramente, sin embargo, no cambian su dirección, continúan gastando sin control, endeudándose, no se dan cuenta que esas decisiones los mantienen en el caos económico. La recomendación es que primero, revises las creencias que se tienes del dinero, de ti mismo y, sobre todo, el tipo de pensamiento que aplicas en la toma de tus decisiones de consumo, de gasto, de ahorro y de obtención del ingreso. Luego, debes estar claro que el proceso de mejora requiere tiempo, constancia, paciencia, inteligencia, sabiduría y estrategia. Recuerda: que el día que plantas la semilla no es el día en que te comes el fruto. ¡chécate!