Judith Chávez
Desde hace algún tiempo la economía y la neurociencia se han fusionado con la intención de explicar sobre lo que pasa cuando tomamos decisión financiera, es decir, que emociones, que sentimientos, que pensamientos generamos al momento de invertir y de gastar nuestro dinero. Más o menos así, nació una disciplina llamada: neurofinanzas.
Es parte de la naturaleza del ser humano, el tratar de encontrar una explicación que facilite la comprensión de nuestros actos, aquello que justifique nuestra toma de decisiones. Los investigadores, se dieron a la tarea de estudiar la relación que existe en el cerebro y el dinero, la conexión de este con el sistema nervioso y las hormonas. ¡una cosa sencilla!
¡Todo cuenta!
La manera de gestionar el dinero que está en nuestro bolsillo o en nuestra cartera, dice mucho de cómo somos nosotros: si tenemos una clara tendencia al derroche, si somos hormiguitas ahorradoras o, si somos audaces inversionistas o estamos en el rubro de los conservadores. Así que, si de verdad queremos mejorar nuestra relación con el dinero, es necesario identificar lo que nos condiciona al momento de decir su uso. Por ejemplo, generalmente ahorramos porque no sabemos qué va a para en el futuro (incertidumbre) ¿no? Es decir, el ahorro en si es una respuesta inconsciente generada por el miedo, en lugar de ser el ahorro una decisión consciente, como resultado de una educación financiera correcta y por una situación real de la economía.
El ahorro debe ser una decisión consciente y no una decisión motivada por el miedo que genera la incertidumbre.
Sin duda, las experiencias vividas, especialmente en momentos económicos difíciles, nos marcan en la forma en que nos relacionamos con el dinero, estas experiencias influyen en nuestros pensamientos e incrementan el temor ante el riesgo, en nuestras ambiciones que se quedan cortas y sobre todo, sabotean nuestra prosperidad.
Uno de los estragos más fuertes que dejó la pandemia será, sin lugar a dudas, la incertidumbre. Sabemos por la experiencia, que pueden surgir situaciones que no vamos a poder controlar. Muchas personas despertaron su consciencia financiera y adoptaron hábitos tan básicos como lo es el ahorro como una herramienta de sobrevivencia ante posibles imprevistos. ¿Era necesario aprender así?
No solo es el ahorro la clave para fortalecer nuestra economía personal, debemos estar dispuestos a gestionar, trabajar y/o afrontar estos otros aspectos:
1.- Educación Financiera. – Generalmente, aprendemos a gestionar nuestro dinero bastante tarde, lo ideal es hacerlo desde pequeños, pero bueno, nunca es tarde para empezar a formarnos.
2. La aversión al riesgo. – Queremos evitar el riesgo que lleva implícita la inversión, en muchas ocasiones nos produce miedo o ansiedad la sola idea de perder nuestro dinero. Para avanzar y salir de esta trampa del pensamiento, puedes comenzar a dar pasitos de bebé, con inversiones conservadoras.
3.- El largo plazo.– ¡no tengas prisa! Los beneficios del ahorro y la inversión los verás siempre a largo plazo. Es importante que aprendas a esperar: 10, 15, 20 años o más. ¡Roma no se hizo en un día!
4.- La constancia.- Crea tu rutina de ahorro, sé constante. De nada sirve que te quiebres la cabeza construyendo tu meta de ahorro para que te olvides de ella tan pronto. ¡persevera!
Finalmente, nuestras percepciones y estado de ánimo influyen nuestra toma de decisiones, así que es fundamental estar consciente de lo que pasa por nuestra mente y por nuestro corazón en todo momento.
Así que si tú eres capaz de superar;
- El miedo a perder dinero, que a veces es más fuerte que la ambición de ganarlo;
El pesimismo que te impide ver las oportunidades;
La pereza y/o el conformismo que dificulta la búsqueda de opciones de nuevas fuentes de ingreso;
Los malos hábitos de consumo y gasto y
La arrogancia que te hace creer que no hay nada nuevo por aprender, te aseguro que tu salud financiera será boyante y que puedes llegar a lamentar no haberlo comprendido antes.