Karina Cancino
“iDoña Bartola!, los judíos se robaron al Beto”, gritan vecinos de una mujer en Jala, uno de los cuatro Pueblos Mágicos de Nayarit, que celebra cada Semana Santa, La Judea o representaciones de pasajes bíblicos católicos sobre la pasión y muerte de Jesucristo; aunque la peculiaridad en este sitio es el “Judío errante”, un hombre que corre por el pueblo, tomando todo lo que encuentra en su camino para quedárselo.
El Judío Errante es un hombre ataviado en un traje amarillo con mangas verdes y rojas; de barba larga, hecha con estambres cafés, y un sombrero largo parecido a una canoa inversa, forrada a modo de piñata, incluso en la mano porta un palo forrado también con papel de esos tres colores.
Desde temprana hora, las personas de Jala, cabecera municipal, y Jomulco, el siguiente pueblo del que solo lo divide una calle, se preparan para continuar las conmemoraciones del Viernes Santo, cuando quien representa a Jesucristo, cargará una cruz y será crucificado cerca de las tres de la tarde.
Durante este trayecto se simula el pasaje en el que Jesucristo rumbo al cadalso, se detiene a pedir agua a un judío, y este se lo niega, con lo que es condenado a errar hasta que el hijo de Dios retorne.
Durante la mañana, hombres y niños vestidos de rojo que simulan ser judíos, son paseados por las calles de ambos pueblos en una camioneta, y sin previo aviso los liberan para “robar” personas y llevarles a la plaza principal; mientras que el Errante va por todas las casas tomando todo lo que encuentra: escobas, trapeadores, baldes, cables, o ropa.
A su paso la gente va gritando para avisar que ahí viene y para que vayan a donde retienen a los capturados para pagar 40 pesos como rescate, que luego es utilizado por el grupo de teatro representante de este Viacrucis y costear el trabajo, aunque el Judío Errante no está obligado a devolver nada de lo que se ha llevado, así está sabido.
Estas escenificaciones de temporada, junto con la gastronomía, la tradición de curanderos; la ubicación de la Basílica lateranense de La Asunción, además de su festejo anual del elote gigante, que llega a medir hasta 60 centímetros, son algunos de los atractivos que se pueden disfrutar en este sitio enclavado en las faldas del volcán Ceboruco o “Gigante Negro”, que permanece activo.
Imágenes de Hugo César Delgado Ayala