Letza Bojórquez
En la primera década del siglo XXI, las repatriaciones de mexicanos por parte del gobierno de Estados Unidos se incrementaron, alcanzando su máximo entre 2007 y 2009. De acuerdo con cifras de la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (Emif-Norte), en el año 2013 ocurrieron 298,000 eventos de repatriación.
La migración, aún en las circunstancias más favorables, es una situación que implica separación, algún grado de duelo, y los retos de la adaptación a un nuevo ambiente social y cultural. Estos elementos en su conjunto provocan una situación de estrés, que puede facilitar la aparición de problemas de salud mental (entendida ésta en un sentido amplio, como indicador del bienestar y no solamente como ausencia o presencia de enfermedades psiquiátricas).
Aunque no es posible generalizar acerca de la situación de salud mental de los migrantes, se sabe que muchos de ellos experimentan manifestaciones asociadas al estrés, tanto emocionales (tristeza, ansiedad), como físicas (dolor de cabeza, fatiga) o del pensamiento (confusión, dificultad para concentrarse).
La repatriación, que ocurre cuando un migrante es devuelto a su país de origen por las autoridades migratorias del país en que se encontraba, puede verse como una “migración forzada”, un cambio de residencia involuntario y no planeado, que al igual que la migración original trae consigo separaciones y requerimientos de adaptación.
Pero la repatriación, además, se produce en condiciones sobre las que el individuo ejerce poco o ningún control, lo que la convierte en una situación particularmente difícil, con todos los elementos necesarios para disparar o exacerbar problemas de salud mental. Aunque se han hecho aún pocas investigaciones acerca del efecto de la repatriación en este sentido, existen ya algunos estudios que coinciden en señalar las sensaciones de ansiedad y depresión que experimentan los repatriados.
En 2013, un grupo de investigadoras de El Colegio de la Frontera Norte (Colef) y el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz desarrollamos un estudio para conocer la prevalencia de problemas de salud mental entre los repatriados. En esa investigación, aplicamos un cuestionario diseñado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la detección de personas que requieren atención por problemas de salud mental.
En el cuestionario, se pregunta a la persona si en los últimos días ha experimentado alguna de una serie de 20 manifestaciones, que corresponden a síntomas de depresión y ansiedad. Cuando el entrevistado responde haber experimentado siete o más de las manifestaciones que se mencionan en el cuestionario, se considera que tiene un problema de salud mental que requiere atención clínica.
El cuestionario se aplicó como parte de la Emif-Norte, en todos los puntos de la frontera México-Estados Unidos a través de los cuales se realizan las repatriaciones. De acuerdo con los resultados, al momento de ser devueltos a México el 16% de los repatriados tenía síntomas significativos de depresión y ansiedad. Al extrapolar los resultados al conjunto de los repatriados en el período del estudio (el segundo trimestre del 2013), estimamos que durante ese tiempo habían vuelto a México más de 9,000 personas que, al momento de ser repatriadas, requerían atención por estos problemas.
Las necesidades de salud mental tienden a ser descuidadas por los sistemas de salud, al ponerse atención a temas que parecen más urgentes. Sin embargo, la salud mental es un elemento esencial del bienestar, y cuando los problemas en este ámbito no son atendidos, pueden tener consecuencias en todas las áreas de la vida. De ahí que sea necesario diseñar e implementar esquemas para proporcionar a los repatriados el cuidado que requieren. Esta atención debe iniciar desde el momento de la llegada a México, con personal capacitado para identificar y atender a quienes necesitan lo que la OMS ha denominado “primeros auxilios en salud mental”.
El personal debe ser también capaz de identificar a quienes requieren atención especializada, y tener la posibilidad de canalizarlos para que la reciban. En este sentido, es importante reconocer los esfuerzos de las áreas del gobierno encargadas de la atención a migrantes, que en los últimos años han instalado módulos de recepción de los repatriados que cuentan con este tipo de servicio. Asimismo, las organizaciones de la sociedad civil de apoyo a los migrantes han hecho una admirable labor de ayuda a los repatriados, incluyendo el apoyo psicológico.
Pero la necesidad no acaba una vez concluido el proceso de repatriación. Algunos estudios muestran que los problemas de salud mental son más marcados en etapas posteriores, cuando la persona enfrenta las dificultades de reajustarse a la vida en México. Es posible que en este periodo se vuelva aún más importante el acceso a servicios de salud con capacidad de atención a problemas de salud mental, algo de lo que muchos de los repatriados carecen.
Por último, es importante recordar el concepto de salud propuesto por la OMS: un bienestar integral, que va más allá de la simple ausencia de enfermedades clínicamente definibles. De acuerdo con este concepto, la atención a los problemas de salud mental de los repatriados debe ir más allá del cuidado clínico, para incluir estrategias integrales en las que se atiendan las dificultades asociadas al retorno a México.
Facilitar una reintegración digna de los repatriados es probablemente el elemento más importante en la promoción de su salud mental.
*Dra. Ietza Bojórquez, profesora investigadora del Departamento de Estudios de Población, El Colegio de la Frontera Norte./Centros Conacyt Mx