Por Karina Cancino
El 18 de noviembre de 2025, Alejandrina Orozco Romano llegó a la Ciudad de México para recibir los restos de su hijo Pablo Gómez Orozco. Pero no pudo llevárselos. La mandíbula que la Fiscalía de Jalisco entregó no correspondía a Pablo, y otros huesos hallados junto a él pertenecían a personas distintas.
“Ayer supuestamente era la entrega del cuerpo de mi hijo y no me lo pude traer otra vez”, dijo Alejandrina durante la entrevista telefónica con esta reportera.
“La mandíbula que entregó Jalisco no es de mi hijo, pues corresponde a una persona alrededor de los 40 años. También identificaron un hueso de más, en la pelvis, viene duplicado”.

Pablo desapareció el 30 de marzo de 2023 en Tepic, Nayarit, tras ser víctima de reclutamiento forzado. Desde el primer día, su madre enfrentó obstáculos para buscarlo. La Fiscalía de Nayarit se negó a iniciar la búsqueda inmediata.
Una semana después, el 7 de abril, el emoji de una manita apareció en el mensajero de Facebook de Alejandrina. Abrió el mensaje completo, copió el número telefónico y marcó. “Tengo mucho miedo. Está muy solo, tengo mucho miedo. Ven por mí, por favor. Me dejaron en una plaza“, le dijo su hijo.
Pablo llevaba un pantalón de mezclilla azul, una camisa negra de cuello redondo y manga corta y unos tenis Nike negros, que Alejandrina identificó en marzo de 2025 entre los 400 zapatos hallados en el rancho izaguirre en teuchitlán donde se supone existió un campo de adiestramiento clandestino.
El teléfono de Pablo fue rastreado por GPS y lo ubicó en Tala, Jalisco, pero ninguna fiscalía quiso actuar. La madre continuó buscándolo por meses, visitando oficinas y pidiendo información. No fue hasta el 21 de septiembre de 2025 que recibió una llamada de la Fiscalía del Estado de Jalisco.

Los restos de Pablo habían sido hallados una semana después de su último mensaje, y desde entonces permanecían en el SEMEFO de Lagos de Moreno, sin que ella tuviera acceso.
Cuando la FGR la citó para recibir los restos este 18 de noviembre, Alejandrina esperaba finalmente cerrar un capítulo doloroso y dar sepultura a su hijo en Tepic. Pero se encontró con otra frustración, porque el Ministerio Público federal la obligó a revisar los restos de su hijo, pese a que advirtió que no quería hacerlo para no llevarse esa imagen de su hijo. Sin embargo, ante la desconfianza tuvo que hacerlo.
“Me dicen que ya, con base a los estudios que se hicieron y demás, se logra ver que la mandíbula que entregó Jalisco pues no pertenece el cuerpo de mi hijo, ya que la mandíbula que le entregan a ellos pertenece a una persona alrededor de los 40 años; también, mencionan que entregan un hueso doble, en la pelvis”, relató.
Con la voz entrecortada, a punto de tomar un vuelo, Alejandrina regresó a las oficinas de la FGR para pedir un análisis de los otros restos encontrados junto a Pablo para identificar a quién pertenecen y recuperar las partes faltantes de su hijo.

“No se vale, primero se le negó el derecho a ser buscado, se le negó el derecho a ser encontrado, y ahora se le niega el derecho de volver a casa”, afirmó la madre buscadora.
Alejandrina insiste en que solo recibirá los restos de Pablo hasta que esté completo, para darle sepultura y poder despedirse con dignidad, tras dos años y ocho meses de angustia y búsqueda.