Si Diógenes viviera…
Por Octavio Carrillo “El Diógenes”
¡Ah, el esplendor del progreso y la modernidad en Tepic! ¿Cómo no celebrar, con vítores y aplausos, la gloriosa construcción del “Coloso del Pacífico”, un estadio que brillará en medio de una ciudad que, por supuesto, está exenta de problemas triviales como la pobreza, la falta de transporte público digno o la precariedad en la gestión de residuos?
¿Quién necesita una red de transporte adaptada para personas con discapacidad cuando podremos, al fin, disfrutar de un estadio para un equipo de béisbol… que no existe? ¡Ah, la visión es innegable!
Seamos sinceros, el estadio es justo lo que todos los nayaritas pedíamos a gritos, ¿no es cierto? ¡Olvidemos a los indigentes que, paradójicamente, duermen a la sombra del Tribunal Superior de Justicia!
Sin duda, ellos también estarán encantados de saber que muy pronto podrán tener una nueva vista: un imponente estadio donde, quién sabe, algún día podrán aspirar a ver a un equipo fantasma jugar. Porque, claro, lo que no tenemos es un equipo de béisbol en una liga nacional, pero lo que sí tendremos es este monumento al derroche.
Me pregunto, con fingida ingenuidad: ¿acaso hubo una consulta popular? ¿Alguna encuesta a los ciudadanos para saber si lo que realmente queremos es ver un batazo que vuele más alto que los problemas sociales de nuestro estado?
O, tal vez, esto no sea más que una obra impulsada por el culto a la imagen pública y al fasto que alimenta egos, en lugar de resolver necesidades. Porque, claro, es más sencillo construir un estadio vacío de contenido que un sistema de inclusión laboral o de transporte lleno de dignidad para personas con discapacidad.
Pero, queriendo ser propositivos en medio de este circo de dispendio, quizá podríamos pedir que se instalen gradas para los indigentes, jóvenes y niños de la calle. Al fin y al cabo, ya están a la sombra de la justicia, ¿por qué no permitirles estar también a la sombra de este estadio?
Mejor aún, podrían usarlo como refugio cuando no esté en uso, lo que será… bastante a menudo, considerando que, como ya dije, ¡NO TENEMOS EQUIPO!
Con un toque de ironía, me aventuro a sugerir: ¿y si, por una vez, nos enfocáramos en lo urgente antes que en lo prescindible? En vez de gastar cientos de millones de pesos en una estructura que más bien parece un monumento a la desidia, ¿por qué no invertir en lo básico?
Ya saben, esas cosas tediosas como hospitales, servicios públicos, rellenos sanitarios modernos o una política de inclusión que garantice que todos los ciudadanos tengan acceso, no a la pelota, sino ¡a la vida digna que merecen!
Pero, claro, eso sería pedir demasiado. Es mucho más vistoso un estadio vacío que una sociedad llena de bienestar.