Ana Bucio
*Tal parece que entre más aumenta la tecnología o más avanzamos en estudios del ser humano, más se van agravando los problemas sociales.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el suicidio es la tercera causa de muerte entre adolescentes y jóvenes de 15 a 29 años de edad. Por su parte, la Encuesta Nacional de Salud (ENSANUT) reveló que durante 2020, mil ciento cincuenta niñas, niños o adolescentes en México decidieron quitarse la vida, un promedio de tres casos por día, casi el triple que los registrados por COVID-19, que ascendieron a 392 casos durante el mismo periodo.
La tasa de suicidio en México más alta, se registra en el grupo de 18 a 29 años, ya que se presentan 10. 7 decesos por esta causa por cada cien mil jóvenes. Mientras que, el 5% de los encuestados de 10 a 17 años, declararon que alguna vez han pensado en suicidarse.
En Nayarit, la estadística se mantiene igual a la nacional, pues el suicidio es la tercera causa de muerte entre el grupo de población de 15 a 29 años, antecedida por accidentes viales y actos de violencia. Mientras que, los intentos de suicidio también aumentaron en los últimos dos años, pues, el 7.4% de adolescentes en este periodo de edad, respondieron que al menos una vez han intentado terminar con su vida.
“Yo no lo hice, aunque muchas veces lo he pensado, y la última vez que estuve frente al espejo con estos pensamientos, con las tijeras en una de mis manos y con la otra tocando la vena del cuello que iba a picar, me volteé a ver otra vez, y pude ver como en visión a mi hermana sufriendo por mí. Fue cuando una voz me detuvo, me dijo: mejor usa esas tijeras para recortar tu cabello, te verás más bonita. Entonces tiré las tijeras y salté al colchón a llorar, lloré y lloré, hasta que regresó mi hermana y le conté, me abrazó y lloramos juntas”, nos relata Katy (nombre ficticio que usaremos).
Katy es una adolescente de 17 años que vive en Tepic, en una de las colonias de nueva formación, en la llamada ciudad satélite. Katy junto con su mamá y sus dos hermanas menores, tuvieron que llegar a vivir a la capital de Nayarit, pues sus padres decidieron divorciarse. A su papá no lo ve desde hace 4 años, cuando se fue a otra ciudad, y por diferencias, su mamá le ha impedido buscarlo o ir a visitarlo como el mismo padre lo ha sugerido.
Katy salió del núcleo familiar donde vivía, abandonó su pequeño pero pintoresco pueblo costero, allá cerca del mar, entre los esteros y los atardeceres que diario salía a ver acompañada de sus amigos y a veces abuelos. El cambio para ella fue radical, primero sus dos figuras adultas, mamá y papá ya no estarían juntas. Luego, salió de donde lo tenía todo, pues aunque había poco trabajo, la tierra en su pueblo es generosa y alimenta a quienes ahí viven, “Si teníamos hambre nos íbamos a pescar con mi abuelo, y ya salía para comer; aquí en Tepic no, aquí todo cuesta, hasta un limón o mangos, allá no más los cortábamos” nos cuenta Katy, mientras sus ojos se llenan de nostalgia.
La llegada a Tepic fue difícil para ella, sus dos hermanas y su mamá, pues, la situación económica giró radicalmente y, “Hay veces que solo hacemos una comida al día, pues ya ve que no alcanza mi mamá, por eso pensaba que si yo me iba, ósea que si ya me moría, sería una carga menos para ella, y mis hermanas a lo mejor les alcanzaba más el dinero” expresa Katy mientras suspira.
La nueva realidad de Katy la llevo a casi formar parte de la estadística de suicidio entre adolescentes que aumenta día con día. Como ella narra, los factores que influyeron en su intento de suicidio o sus pensamientos suicidas, fueron precisamente los que tienen que ver con el quiebre de su núcleo familiar y la ausencia de padre y madre, pues ahora su mamá trabaja casi todo el día (llega en la noche y ellas ya duermen) para poderles asegurar una comida, la situación económica y la nula convivencia social, pues cuando llegó a Tepic perdió contacto con sus amigos.
Esta misma realidad es la que viven muchos y muchas adolescentes, pues tal vez papá y mamá no se han divorciado, pero el estrés o la preocupación por darles “lo mejor” , les lleva a estar ausentes de casa por muchas horas, mientras celular o dispositivos (de última generación) se vuelven educadores, es ahí donde como padres de familia o cuidadores, se debe poner atención, pues, incluso existen blogs donde enseñan las maneras de cómo suicidarse, o páginas en las que incitan a los jóvenes a hacerlo; de ahí que ellos y ellas necesitan la atención, amor y comprensión que su misma edad requiere.
El suicidio se puede prevenir, es muy importante mantener la atención a las y los adolescentes. De acuerdo con el portal del Gobierno de México, alguna de las señales de alerta son los cambios radicales de humor, los trastornos alimenticios, miedos o ansiedad extrema.